Tecnología al rescate del clima

Los fenómenos climáticos extremos, como inundaciones, sequías y tormentas, están dejando una huella devastadora en el mundo. Según un estudio de la organización Germanwatch, entre 1993 y 2022, estos eventos podrían haber causado la pérdida de casi 800 mil vidas y daños por 4.2 billones de dólares. Aunque tradicionalmente las cámaras de seguridad se usan para proteger hogares o negocios, hoy tienen un nuevo propósito: ayudar a enfrentar el cambio climático.

Manuel Zamudio, gerente de asociaciones industriales para América Latina y el Caribe de Axis Communications, explica que la videovigilancia inteligente está ganando terreno para detectar a tiempo estos desastres. Las condiciones climáticas extremas, como huracanes o incendios forestales, no se pueden evitar, pero sí es posible actuar antes de que se agraven. Cámaras y sensores modernos, equipados con inteligencia artificial, vigilan zonas de riesgo y avisan rápidamente a las autoridades si algo anda mal.

Por ejemplo, en ciudades donde las inundaciones son un peligro constante, esta tecnología marca la diferencia. Tras lluvias intensas, el agua puede superar los drenajes, inundar calles y poner en riesgo a las personas. En Francia, el servicio de Météo-France usa cámaras y sensores para monitorear ríos en áreas vulnerables. Estas herramientas miden el nivel del agua y su velocidad, enviando alertas si hay amenaza de desborde. Esto permite a las autoridades actuar a tiempo y proteger a la población.

Recientemente, avances similares se han visto en otros países. En España, por ejemplo, se están usando drones y sensores para detectar incendios forestales antes de que se extiendan, según reportes de medios locales. En América Latina, proyectos piloto combinan videovigilancia con datos del clima para prever tormentas o sequías, ayudando a comunidades a prepararse mejor.

La clave está en actuar rápido. Estos dispositivos no solo captan imágenes, sino que recopilan información en tiempo real, como cambios en el agua o el aire, y la analizan para dar advertencias. Así, aunque no podemos detener el clima, sí podemos reducir su impacto. Con estas soluciones, las ciudades están más preparadas para enfrentar lo que venga, cuidando vidas y evitando pérdidas mayores.