El agronegocio en América Latina está en un punto de inflexión, donde la integración de tecnología avanzada y prácticas sustentables puede marcar la diferencia en su evolución, ofreciendo una agricultura más productiva, transparente y alineada con las necesidades globales y ambientales.
El sector agrícola en América Latina, crucial para la economía de la región, afronta un panorama de crecimiento moderado con estimaciones que apuntan a un aumento del 1,5% para 2024, según revela el informe “Perspectivas de la Agricultura y del desarrollo rural en las Américas 2023-2024”. Este documento, una colaboración entre la CEPAL, la FAO y el IICA, destaca la importancia de la agroindustria en términos de PIB y generación de empleo, explica Fabrício Orrigo, director en TOTVS, quien profundiza sobre los desafíos y oportunidades que enfrenta el sector.
Para superar las expectativas y alcanzar un crecimiento sostenible, la agroindustria debe invertir en tecnologías clave como la inteligencia artificial (IA). Esta no solo mejora la eficiencia en el seguimiento de la siembra y el mantenimiento de equipos, sino que también optimiza la toma de decisiones basadas en datos climáticos y de mercado. Por otro lado, el sector de la bioenergía se vislumbra prometedor, especialmente con el aumento en la producción de maíz destinada a la fabricación de etanol, un componente vital para el avance de la bioenergía en la región.
En cuanto a la comercialización de productos básicos, América Latina se mantiene como un actor principal, adaptándose a los cambios en los precios y aprovechando herramientas avanzadas para la fijación y gestión de precios. El crédito rural también juega un papel fundamental, con el BID reportando una significativa cantidad de contratos que facilitan la adquisición de tecnología y maquinaria moderna.
La sustentabilidad emerge como un pilar esencial en la transformación del agronegocio, donde la adopción de prácticas agrícolas respetuosas con el ambiente cobra mayor relevancia. La tecnología, en especial el blockchain, se postula como una solución para garantizar la trazabilidad y la autenticidad de los productos agrícolas, respondiendo a la creciente demanda de los consumidores por alimentos orgánicos y sostenibles.